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La legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo desde la óptica de la escritora Claudia Piñeiro

Por Nataly Rojas



En el marco del debate sobre la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo en la Argentina, distintos expositores contaron con siete minutos para intervenir a favor o en contra del tema. De entre las distintas personas que participaron, quisiera detenerme particularmente en Claudia Piñeiro.
La escritora exigió contundentemente a los diputados y diputadas que voten a favor del proyecto que presentó la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, haciendo especial hincapié en distintos puntos. Presentó ante todos la carta abierta a favor de la legalización que más de doscientas escritoras argentinas firmaron, habló de literatura y de los puntos de vista de los escritores y escritoras, comparó la presente discusión con otras que en su momento fueron igual de polémicas, y finalmente expuso su perspectiva sobre la manipulación del lenguaje que se está llevando a cabo para hablar en contra del tema.
Con el fin de referirse a la diferencia que existe entre las amplias posibilidades que tienen las mujeres con un alto poder adquisitivo de hacerse un aborto seguro en un consultorio médico, y el aborto en condiciones paupérrimas y muy poco seguras al que se enfrentan las mujeres más pobres, se refirió a la novela Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra. El novelista estadounidense John Irving, autor de esta obra, se centra en la figura de un médico que lleva a cabo abortos a las ricas que pagan, y cuyo dinero sirve de sostén a un orfanato en el que se encuentran los hijos de las mujeres pobres que no pueden pagar. El médico, frente a esta situación, decide cambiar las cosas y comienza a practicar abortos a las mujeres que no gozan del mismo privilegio que aquellas a las que anteriormente atendía.
Al respecto del punto anterior, Piñeiro también habló de la posibilidad que tienen los escritores y escritoras de posicionarse en distintos puntos de vista y explicó de qué forma, en este debate, hay dos puntos de vista o perspectivas en disputa en el cual uno de ellos no solo busca dominar, sino también anular al otro. Así, explica, mientras la postura de quienes defienden la ley se basta a sí misma y no necesita imponer el aborto a quienes así no lo deseen, la otra postura sí va en ese sendero. La perspectiva autoproclamada “pro-vida” está en contra de la realización de estas prácticas, y por lo tanto, exige sobreponerse y prohibir y condenar que las mujeres que desean interrumpir su embarazo lo hagan, como si por la simple sentencia que algunas y algunos hacen se desterraran todos y cada uno de los abortos clandestinos que efectivamente se llevan a cabo con ley o sin ley y cuyo resultado muchas veces es la muerte. La escritora, como persona reconocida en el país y como madre, se posicionó sobre el atril del Congreso argentino, entonces, en un punto de vista que no le pertenece (la mujer sin recursos que desea abortar), para apoyar el genuino pedido de las mujeres por la libertad de sus cuerpos y decisiones.
Finalmente, se refirió también a los legisladores y al Presidente y la operación lingüística que llevan a cabo cuando, para expresar su postura en este debate, afirman estar a favor “de la vida”. Usando la palabra “vida” en esos términos, no hacen otra cosa que ofender a quienes no están de acuerdo con seguir con un embarazo no deseado y/o a quienes apoyan esta ley, además de separar a la sociedad.
Sin ignorar que desamparadas por el Estado muchas mujeres abortan y van a seguir abortando, comprendiendo las degradantes y peligrosas situaciones de aborto clandestino al que son sometidas cientos de mujeres pobres, y también bajo la conciencia de las muertes que muchas veces estas prácticas tienen como trágico resultado, todos estamos a favor de la vida, sostuvo; también -y sobre todo- quienes tienen la posibilidad de pararse en un punto de vista ajeno y pedir por legalización de esta práctica y apoyar la lucha por los derechos de todas las mujeres.