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Poesías de Victoria Tessey

Nuevo material de Vicky, una de las tantas chicas de la revolución. 

Otredad
Qué privilegio el lenguaje.
El que se nos sale por la lengua y se nos choca con el paladar y con los dientes, infla nuestras mejillas, nos raspa la garganta, el pecho y la memoria.
Nos pincha.
Es que desea salirse. Pa' juera. Como las ideas del marote o el amor del bobo.
No le alcanza el cuerpo al lenguaje.
No le alcanza.
No le alcanza.
Imaginemos aquellos gritos como pequeños instantes y como despertares, como sonrisas, estrellas o rayos.
Exactamente, como relámpagos y truenos.
El lenguaje figurado así. Un relámpago que ilumina a la memoria que creías vacía y oscura.
Y un trueno que le pone sonido.
Voz.

Finalmente, el regalo de la memoria que nos despabila y que nos dice que nos despertemos una y otra vez.
Como un circuito latente e inagotable.
Y
que reflejado en el lenguaje (que se inscribe en nuestros labios y ya está retumbando en nuestros oídos)
actúa Re-Creándonos, una vez más.
Una vez más.



No tan distintos
Sonrisa desdentada
Ojos sin horizonte
Mueca en los labios
Que con suerte, nos responde.
Cabeza revoltosa.
Piernas saltarinas.
Un cuerpo cargado. Pocas veces armado.
Brazos aleteando.
Parecen mariposas. Imposible es atraparlos. Busquen otra cosa.
Desfachados caminan.
Desenchufados nos miran.
Si la suerte los atrapa florecerán las rimas.
Sálvese quién pueda. Pero sálvese ahora.
Personalmente le sugiero.

Venga a ver la obra.
Habrá escenas que alegran, que apenan, que aquejan.
Pese a esto elegimos habitar sus miserias. Abordarlas.
Esto significa romper con tanta grieta: generar el encuentro es la mejor estrategia.

Caparazón
Pensar la vida en forma de caparazón, a medias. Media de capa, media de corazón y así es la cosa. Chistosas entera, como la pizza que pediste ayer. O tristemente, como aquella vieja y popular revista que llevaba el nombre de Caras y Caretas. O más hermosamente, como esas patas en la fuente de aquella primavera, en Plaza de Mayo. Bahh, sin más, como la vida misma.
El sol, la luna, un lado oscuro. El silencio. También aplica a aquella tragedia, que ahora comedia. Y entre estas, una suerte de espacio y de tiempo. Todo ello, en tanto caparazón, capa que agrieta y corazón que tiembla. Por suerte, las capas, que se abandonaron, que se han agotado, y escamado, desaparecen. Las has visto… ¿No? Lastimadas, castigadas y doloridas. Pero jamás vencidas. Ellas han envejecido, pero jubilosas, resucitan. Algunas, como estrellas y otras, como la luna. Parecen de fuego, como el sol. Y son cuerpos apenas viejos y con memorias muy intactas.
Jóvenes, que insisten.
Una y otra vez. Solo que ahora, más vivos que nunca. Ellos, vuelven a cambiar.