Una reseña del escritor de Roberto Bolaño, a cargo de Tomba Morel.
1/Un amigo me pasa un pequeño block de fotocopias, el título es Los
perros románticos y se trata de un libro de poesías. El autor me suena
conocido pero, no sé por qué, no logro retener el nombre. Pienso que el título
está bien, hojeo un poco el interior y veo que también está bien, pero yo acabo
de separarme y no estoy para leer poesía, así que dejo la fotocopia en la mesa
de luz y agarro un libro de los cuatro o cinco que tengo empezados. Elijo el
que está más avanzado, el intento es vano porque además de interesarme poco la
trama se me confunde con la de los otros libros y las caras de los personajes
se entreveran y mezclan. Definitivamente no estoy para leer (nada).
2/Mi abuelo, con el cual comparto habitación (en realidad él me la
comparte), a veces agarra el block de fotocopias para leer un poco hasta que le
agarra sueño. Ya las hojas perdieron un poco de blancura y se ven algunas
firmes arrugas y algunas manchas indefinidas (a veces se duerme con la
fotocopia en la mano). Cuando me mudo junto los libros (ninguno terminado), la
ropa y los papeles, y dejo varias cosas (tal vez para volver algún día).
Buscando algo entre las cosas de mi abuelo encuentro la fotocopia, leo por
enésima vez el título y el autor. Me sigue resultando conocido pero también olvidable.
3/En mi nueva casa los libros permanecen en sus cajas, sé que se
están estropeando (sobretodo los que quedaron abajo) pero estoy ocupado en
pintar las paredes y no deprimirme más de la cuenta. Cuando los saco encuentro
un librito de esos que parecen folletos, sin lomo y con pocas hojas, la tapa
tiene los colores de la bandera chilena (incluso dice Chile en una esquina) y
su título es Los perros románticos y su autor (ahora que está en grandes
letras de colores puedo recordarlo) es Roberto Bolaño. Verdaderamente, pienso,
es un nombre olvidable.
4/Ya instalado y menos deprimido, preparo el sillón y me dispongo a
leer. Ya no puedo retomar los libros empezados porque prácticamente no recuerdo
nada de ellos o ya no me interesan (es como querer retomar con la misma
intensidad una relación pausada durante años). Agarro Los perros románticos
no ya como una lectura sino como un desafío, es pequeño y tengo que
poder terminarlo. Antes googleo al tal Bolaño para ver quién es ese tipo que se
llama como el Chavo (y que yo creía que era mejicano como él). Resulta que, en
realidad, el tipo escribe cuentos y novelas. Así que es uno de esos novelistas
que escriben poesía para despuntar el vicio, pienso irónicamente. Resulta
también que el tipo escribió una novela llamada Los detectives salvajes,
así que tal vez sólo sea un gran creador de títulos. Para cerciorarme, busco un
cuento en la web para leer (todavía no estoy preparado para una novela), el
cuento se llama “Sensini” y habla de la relación de un escritor joven y un
escritor viejo, ambos en busca del éxito, o por lo menos un poco de dinero.
5/Resulta, también, que una vez había escuchado un fragmento del
cuento en algún programa de radio y hablando con mi amigo (el de la fotocopia)
me comenta que es un cuento basado en la realidad del (los) autor(es). Es la
historia de un joven escritor mejicano que vive en España y que traba una
amistad epistolar con un viejo escritor argentino. Ambos envían cuentos a todos
los concursos literarios que pueden, incluso a veces el mismo cuento a
diferentes certámenes. El primero aspira al éxito literario pleno, fama y
dinero (sobre todo dinero) y supone que el segundo ya es un escritor consagrado
pero a medida que corren las cartas (las que se escriben) va descubriendo que
el otro está casi en la misma situación, o peor. Para mi sorpresa el viejo es
el autor de una de mis novelas preferidas, Los suicidas, y se llama
Antonio di Benedetto (en el cuento los autores aparecen con otros nombres). El
cuento es en realidad una novela muy pequeña (otros escritores lo hubieran
alargado cien páginas mínimo) o más bien como el resumen de una novela. Hay
siempre algo de policial en Bolaño, a veces solamente relacionado a la búsqueda
de algo o alguien pero siempre esa búsqueda parece impulsada por una fuerza
mayor, una pulsión hecha de cantidades iguales de vida y de muerte.
6/Ahora sí puedo recordar su nombre, ponerle una voz e inventarle
una cara, todo esto difuso pero útil
para recordarlo (los escritores deberían usar pseudónimos más descriptivos
y autorreferenciales: Borges “El aleph”,
Ernesto El túnel Sábato, etc). Evito leer su biografía porque sé que la
mayoría de los escritores son autobiográficos y leerla sería anticiparme a
futuras lecturas de sus obras. El título Los detectives salvajes ahora
me seduce más que antes, busco el libro en Mercado Libre y consigo uno a muy
buen precio. En alguna tapa veo su cara, tan olvidable como su nombre. Pasan
unos días hasta que me llega el libro. En esos días leo otro cuento: “El
policía de las ratas”. Nunca me gustaron mucho las fábulas pero en esta (si es
que puede llamársele fábula) los animales están tan humanizados que uno termina
creyendo que todos los animales tienen sentimientos y pensamientos humanos.
Ahora pienso que la idea del cuento es perfectamente la inversa: todos tenemos
sentimientos y pensamientos animales y vivimos en cuevas, tal cual las ratas.
7/Llega el libro, lo recibe una amiga (yo estoy en el trabajo) y dice que el vendedor “tenía cara triste,
como de escritor”. Pienso que por ahí mi amiga tenga razón y sea un escritor
que vende sus libros para subsistir o tal vez para comprar más libros. Pienso
si yo vendería los míos, no tengo muchos pero en cada mudanza son más y ahí es
cuando pienso en venderlos pero después no lo hago, no sé bien por qué. El
libro es gordo, de tapas blandas, está cuidado, se ve que el escritor de cara
triste es un potencial obsesivo compulsivo o por ahí el libro no le gustó y lo
dejó a la segunda página. Esa noche lo comienzo y si bien me gusta también me
parece un poco trillado; la historia en primera persona de un estudiante de
derecho que conoce a un grupo de poetas vanguardistas y a una camarera de un
bar y se larga a la alocada bohemia del DF, algo así como Beat generation a la
mejicana, libros y tacos, drogas y tequilas. Pienso que ya tuve mi dosis
necesaria de Kerouac, de Fante, de Bukowski (el tequila no me gusta) pero a
medida que avanza la lectura veo que hay
más que eso y ese más parecen ser partes desordenadas, escondidas y
desconocidas (para mí) de la literatura universal. En Borges leemos siempre a
un gran lector pero en Bolaño a veces no sabemos si estamos leyendo a un
erudito, a un borracho o a un mentiroso (o a los tres juntos).
7/Me vuelvo a deprimir. Aunque sé que ya estoy grande para esas
cosas no me levanto de la cama, pienso alternadamente en tener hijos, viajar,
volver con mi ex, suicidarme. La conclusión que saco es que todas esas
posibilidades terminan en lo mismo, lo cual me sirve como excusa para no hacer
nada y seguir con Bolaño y sus detectives.
8/Promediando la novela ya me veo y me siento como un lector de
Bolaño, es como si ya lo hubiera leído antes pero al mismo tiempo me sorprende
y ataca mis más primarios prejuicios. Una de las cosas que me sorprende es la
naturalidad con la que narra las relaciones sexuales, es como si no lo tomara
como un material literario sino más bien como algo que no puede omitir porque,
simplemente, es parte de la realidad. Comparado conmigo, noto que hago un
excesivo uso de la metáfora para relatar las mías.
9/Para mi sorpresa el autor está muerto. Leo por ahí que algunos le
adosan el dudoso título de “último maldito”. Digo dudoso porque lo de maldito
más bien parece un premio a la infelicidad. Me pregunto si habrá sido feliz
Bolaño. Calculo que un poco, como todo el mundo.
10/Leyendo las peripecias de sus personajes sospecho que algunas de
ellas las ha vivido, en parte porque no están narradas como logradas aventuras
sino como vivencias, la mayoría de ellas bastante infelices. Pero no creo que
sea “maldito”, no tiene ese patetismo descarado de algunos artistas con ese
título, sin embargo, describe muy bien ese patetismo en algunos de sus
personajes, lo cual es mucho más entretenido.
11/Hay escritores (su estilo) que son hijos de otros, otros son hijos
de una pareja de escritores, algunos otros de una generación, muchos más de una
generación de un país, Bolaño parece el hijo renegado de todos.
12/Hay escritores regionales (los más), los hay nacionales (menos
pero más consagrados) y los hay mundiales (muy consagrados, muy traducidos y
bien muertos). Bolaño es el único capaz de describir con verosimilitud a un
latinoamericano (pero también a todos).
13/Olvidé decir que el hilo que atraviesa la maraña de personajes,
lugares, libros, situaciones trágicas, relaciones amorosas, discusiones
literarias, divagaciones existenciales, países y demás son dos poetas que están
en búsqueda de una legendaria poeta vanguardista llamada Cesárea Tinajero.
14/En alguna parte de la novela alguien dice que el laberinto más
difícil de atravesar es el desierto; son esas frases que uno entiende apenas
las escucha pero que es incapaz de explicar. En otra parte alguien dice que
Méjico es un gran desierto y que debajo de la ciudad todavía está el desierto.
A lo largo de las historias de la novela entendemos que la ciudad es un
laberinto y un desierto donde los obstáculos para salir vivo de él son los
otros (y también uno mismo).
15/A poco de terminar el libro no quiero que termine pero también
quiero terminarlo ya.
16/Termino la novela, ya sin la sospecha de estar siendo engañado por
un “revival” mejicano de la Beat generation. Si bien la novela recorre y
describe buena parte del mundo (con sus cosas y objetos) no es una novela
“rutera” o “viajera” en donde los personajes viajan a un lugar y allí se
encuentran consigo mismos o algo así, sino que afirma (al menos para mí) que
por más que vayamos al fin del mundo nuestro pasado va con nosotros. Tal vez se
diga que es un maldito porque la fatalidad persigue a los personajes, pero
también podría decirse que son los personajes los que la persiguen.
16/Todavía me resta leer 2666 (parece que es la otra novela
que hay que leer). El título es menos prometedor pero sospecho que es de esos
títulos que se comprenden al terminar el libro. De todas maneras los mejores
libros son aquellos que dejan algo sin explicar o sin dar a entender y que
luego vamos entendiendo con el paso del tiempo, al mismo tiempo que vamos
recordando y olvidando los personajes y situaciones leídos, pero como si los hubiésemos
vivido o al menos presenciado.