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"El oficio terrestre", por Victoria Tessey


Victoria trabaja como Acompañante Terapéutica, en  la parte de salud mental, en hospitales del Conurbano Bonaerense. Nosotros la conocíamos como poeta; en "El oficio terrestre", nos revela el lado luminoso de su trabajo.   

Quien pudiese contemplar aquel dibujo, por favor, cuénteme qué le suscita…

Para quien mira sin ver, será, con suerte, una proyección de la ciudad Esmeralda, la capital en la obra literaria del Mago de Oz. 
Quizás le parezca un tanto grotesca, inverosímil, carente de simbolismo.

Para quien observa y se detiene, conmovido en su acto, seguramente pondrá en práctica no sólo su capacidad de apertura frente a algo que le es extraño y ajeno, sino también, su capacidad de pensar. Facultad que invita al acto de ser y de existir en el mundo.

Emerge en el entramado un simbolismo exquisito. Figura y fondo provocan el conflicto.
De la observación se desprende una suerte de realidad, que intenta despertarnos.
Una vez más.
Y del dibujo, que subyace entre el subrealismo y su contraste, en definitiva, se desprende una verdad absoluta. La de alguien, que suelto de equipaje, es capaz de volar más alto que doquieres de mortales.

Gracias a mi profesión, a mi oficio y sobre todo a los pacientes que se cruzan en el camino, y que con su entramada transparencia le devuelven a una pedacitos de existencia y la posibilidad de replantearse una y mil cosechas.


Qué dificultoso se torna explicar, con total claridad y precisión, la importancia de encontrarse, muchas veces, sostenido por un otro, un par, un semejante que, frente a las vicisitudes de la vida, nos ampare y nos salve. Pero no con el techo de una casa o una taza de té, sino con el abrigo que se desprende en forma de un abrazo o en forma de palabras y que lo alejen a uno de los fantasmas y que lo dejen a uno a salvo.
Amortiguar las caídas de otros semejantes me parece el acto más heroico de la existencia humana. Esta hospitalidad es exponencialmente reparadora. Y no se parece a ninguna otra.
Cuando los huesos se te desarman, y no son capaces de sostener ni tu cuerpo ni tu alma, es cuando la presencia de un otro se torna tan imprescindible como el aire que respiramos. 
El concepto de amistad cobra entonces una nueva dimensión superadora distinta a cualquier otra que, previamente, habíamos pensado.
Si esto ocurre, es porque se resignifica aquel de manera sustancial. Y esto, particularmente, me emociona hasta las lágrimas. Por que se asemeja a otro concepto, más arcaico, que se encuentra ligado al de la familia.
Pienso en el recorrido que cada quien y la necesidad de construirnos respecto de los otros. Otros que nos salvan y que nos devuelven a la vida. Ahora, más enteros y ,por suerte, más vivos.