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Entrevista a Guillermo Salmerón (autor de El Marginal)

Guillermo Salmerón, autor de El Marginal junto a Silvina Olschansky, repasa los desafíos que enfrentaron durante la escritura de la exitosa precuela, revela las posturas enfrentadas que hubo en torno a la construcción de Diosito y cuenta que a él le gustan los personajes con matices: "Si estos fueran todos tipos que matan por matar, que son hijos de puta y nada los conmueve, bueno... No me divertiría, sería un plomo escribirlo. Ya de por sí me aburre un poco tanta masacre". 
Por Lucas Bauzá  

Teniendo en cuenta que la temporada 1 era originalmente una serie de 30 capítulos, que luego se convirtieron en 13 capítulos con un ritmo narrativo frenético: ¿En qué te modificó el nuevo formato a la hora de trabajar?
Cuando fueron treinta capítulos fue complicado, porque imaginate que tratándose de un programa que no deja de ser un programa de bajo presupuesto, en el cual hay que hacer escenas largas para no hacer planes largos de grabación, teníamos alrededor de quince escenas por capítulo, con lo cual, y más siendo en continuado y no autoconclusivo, tenía cuatro escenas iniciales en las que había que levantar los ganchos del capítulo anterior y resolverlos. Después, cuatro escenas finales para cada una de las líneas, con lo cual se hacían ocho, y entonces para el desarrollo propio del capítulo, que tampoco estaba fuera ni del inicio ni del desenlace, porque estaba relacionado, había muy poquito tiempo. Entonces era muy, muy complicado. Este formato de cuarenta y cinco minutos, con el doble de cantidad de escenas, fue algo a lo que estábamos más habituados a escribir. Pero lo anterior sí… Fue un rompecabezas.

¿Cuáles fueron los principales desafíos narrativos en la construcción de esta precuela?
Lo más difícil en esto fue que tuviera algún sentido, ¿no? Nosotros habíamos hecho la primera temporada sin ninguna ilusión de continuidad, no teníamos ni la menor idea de que eso podía ocurrir o que el programa iba a convertirse en un fenómeno o en algo de culto. Entonces matamos a casi todos los personajes, con lo cual para una continuidad no había otra opción que hacer esta precuela. A la vez, al no haber estado pensado eso de antemano, fue mucho desafío en cuanto a mirar la temporada 1 con lupa y ver cómo podíamos construir una historia hacia atrás que no se contradijera con algunas cosas que habían dicho los personajes. Inclusive con algunas palabras que en el set se dejan, y que son pequeños agregados de los actores… La verdad es que en este programa fueron muy respetuosos con los libros en las dos temporadas, en la temporada 2 mucho más, pero a veces en el set de grabación se escapan algunas cositas, que por ahí aparentemente son comentarios tontos, que no modifican la trama, y que a nosotros nos traían problemas. Uno se encontraba con algún personaje que decía “Yo hace veinte años cuando caí…” (risas) Y era un lío llevar eso… Decíamos “Uy, la puta madre, este dijo que hace veinte que está ahí adentro”, y la idea que nos habíamos hecho era mostrar cuando caía en cana, tres años antes. Entonces empatar eso fue un tetris medio complicado. Y en cuanto a otros desafíos narrativos, lo que nos habíamos propuesto mucho era que muchas cosas que quedaron afuera de la temporada 1, que tenían que ver con líneas secundarias, con darle al programa también un atractivo para las mujeres, para que no fuera un programa tan masculino, abrir las historias que tenían que ver con el personaje de Emma… Todo eso fueron desafíos que nos propusimos y que en la temporada 2 se ven con claridad.        

Se cuestionó mucho la función social que cumple un ciclo televisivo como El Marginal. En tu caso, que hiciste programas como Televisión por la Identidad o Vidas Robadas, ¿te molestó tener que aclarar qué buscaron plasmar en El Marginal?  
No, la verdad es que no me molestó tener que aclarar… Bueno, hubo algunas críticas en cuanto a eso, no tanto a la función social sino a la estigmatización de los personajes… Yo simplemente aclaré que no está en el espíritu nuestro hacer otra cosa que no sea algo que entretenga, que no buscaba reflejar ni plasmar nada de la realidad. De hecho, todos los nombres que se eligen son nombres de fantasía, inclusive ni siquiera se menciona un supuesto servicio penitenciario... No me molesta aclarar, y tampoco me molestan las críticas. La verdad es que le presto mucha atención a la gente cuando habla mal, no me incomoda, me parece enriquecedor, me gusta escuchar cuando hay una crítica, muchas veces incorporo… Cuando hacía una tira, yo leía algo y le prestaba atención. Y a veces le presto más atención a eso que al vendaval elogioso, que a veces es un poco engañoso porque quita la visión crítica. Por otro lado, hay mucha gente que labura a full dentro de las cárceles, o estudia el tema carcelario, y me parece que tienen derecho para opinar y que saben mucho más que yo del tema o que los autores, que tenemos una visión muy chiquitita, porque nos ponemos en tema para armar algo que es momentáneo… Hay gente que estudia estas cosas toda la vida, así que me parece bien que digan lo que les parezca, y que si hay algo que no les gusta que lo manifiesten.
     
En esta serie conviven escenas realistas, que incluso recrean problemáticas graves de nuestra sociedad, con otras que se alejan en mayor o menor medida de la verosimilitud; también sucede con el humor y el horror, incluso en una misma escena. ¿Cómo hacés para equilibrar entre esos polos en pugna?
Mirá, si ves otros programas que hayamos hecho con el equipo, con Silvina que también viene muy de ese palo, yo siempre hice villanos adorables, buenos polémicos, siempre me gustaron los matices tanto en las situaciones como en los personajes. Por lo general trato de hacer eso porque si son demasiado maquetados me empiezo a aburrir cuando escribo, entonces yo necesito eso para la escritura: necesito que un tipo que es un asesino sin clemencia, una porquería de persona, levante el teléfono o hable con la mujer y se ponga a llorar, o tenga un amor incondicional por sus hijas o por alguna otra persona, que sea vulnerable, que haya cosas que no tenga resueltas y que le molestan y se angustia con una pavada… Todo eso, que aparte me parece muy humano, parte de la vida, es lo que me divierte cuando escribo. Y esto sería imposible de escribir si no tuviera esa búsqueda, ¿no? Si estos fueran todos tipos que matan por matar, que son hijos de puta y nada los conmueve, bueno… No me divertiría, sería un plomo escribirlo. Ya de por sí me aburre un poco tanta masacre (risas). Y dejame ampliar un poco más… Como yo no soy un autor que provenga de una carrera de guión, yo vengo del otro lado de la vereda porque fui productor muchos años, producía los libros de otros, y en algún momento tuve la inquietud de ponerme a escribir porque me parecía que me podía salir más o menos dignamente…  Entonces lo mío, lamentablemente, porque no es ninguna virtud, es bastante intuitivo. El camino que otros por ahí tienen a través de la técnica, y llegan más rápido, a mí me cuesta mucho más. Entonces en estas cosas también se explica mucho lo que vos me decís, del horror y la comedia, se explica muchísimo en mi estado de ánimo para escribir. Lo que te decía hace un rato… Si me canso, me canso, y los personajes son planos, me aburro. Por suerte, la verdad es que tengo esa libertad para trabajar, que otros por ahí no tienen. Por un lado por el espacio que me fui ganando, y por el otro porque elijo proyectos y elijo productoras donde esto se puede dar, no tengo esa presión. Se da mucho que me tiene que entretener, y para que me entretenga lo que escribo tiene que tener eso, el humor y el horror se tienen que ir alternando. No podría hacer un programa plano, en donde todo lo que pase sea horroroso. De hecho, en principio no me interesaba mucho cuando me convocaron para El Marginal. No era una idea que particularmente me sedujese, la de la cárcel y todo eso… Sí me divertía más esta cosa del infiltrado, y sí, también retratar algunos universos carcelarios y sus personajes, pero lo que me interesaba era lo otro. Por ahí, si hubiera sido sólo esa postal de la cárcel y la muerte no lo habría agarrado al proyecto.         

¿Cuál es tu impronta personal en la serie, es decir, algo que partió de vos y ahora es parte del total sin que lo dejes de reconocer como propio?
Tiene que ver con lo grupal, sobre todo el trabajo en dupla con Silvina, que para mí es una genia, una profesional increíble. Y la verdad es que todo, todo, partió de un laburo entre los dos, de una cosa conjunta. Contrariamente a lo que muchos piensan, o por lo menos este proyecto se gestó así, nosotros no tuvimos un lineamiento inicial: nos convocaron y nos dijeron que había una locación disponible para hacer un programa sobre cárceles. Sí el mandato que teníamos de Sebastián Ortega era que no nos quedemos solamente con el tema de la cárcel, sino que hagamos una historia de suspenso, con algo de policial… Pero más allá del género y de la locación, después todo salió de nosotros. Y en eso un poco estamos los dos ahí: en la comedia, en esos personajes que aparecen, también en lo editorial de lo que pensamos con respecto a las historias femeninas… En las historias femeninas, que aparecen sobre todo en la segunda temporada, está mucho la impronta de Silvina, se ve mucho el sello de Silvina puesto sobre eso… Así que hubo un poco de todo, no te sabría decir nada específico, pero todo lo pensamos de punta a punta. Los personajes después se completan con alguien que se apropia de ellos, en el buen sentido, y los nutre. Pero los personajes salen de los libros, esto pasa no sólo en El Marginal sino en todas las historias.
Esto es por fuera de lo que vos me preguntás, pero a veces es muy gracioso ponerse a discutir con un actor, no ha sido el caso de El Marginal, pero nos pasa a los autores que un actor te puede venir y decir “Jorge jamás haría esto”, por su personaje, y vos decís “Pero si a Jorge lo pensé yo, boludo, ¿qué te pasa?”. O sea, vos le ponés lo tuyo, pero los autores estuvimos hablando de Jorge veinte meses… ¿Y vos, que te contrataron hace cinco días, me vas a venir a explicar cómo es el personaje?
Para finalizar, si bien lo nuestro es una plataforma y está buenísimo comunizarlo, sobre todo cuando hay una gran productora, con un equipo genial, con una directora de arte increíble… Bueno, todo es música… Entonces vos ponés la partitura y esa partitura suena bonita porque todos son grandes músicos, pero la partitura sale de nosotros.

Claudio Rissi dijo que su personaje lo divirtió porque con Borges pudo hacer todo lo que no hace en su vida personal. ¿Te divierte crear y desarrollar personajes que llevan a cabo acciones aberrantes? 
En particular no tanto… Mirá, lo que más me divierte son las historias extraordinarias cuyos protagonistas son ordinarios. Me divierte más eso, el personaje común y corriente puesto en el lugar o de villano o de superhéroe. Por ejemplo el protagonista de Breaking Bad, sobre todo en las primeras temporadas, después ya se va para otro lado, se convierte en otra cosa… Pero esos personajes llamados a entrar en una aventura increíble, y que son personas como nosotros, es lo que más me divierte.