Luego del
reconocimiento que obtuvo El éxodo,
su tercer disco, la banda uruguaya Eté & Los Problems volvió al estudio
para grabar Hambre, que ya presentaron
y está punto de salir a la luz. Por este motivo hablamos con Ernesto Tabárez,
cantante y compositor, acerca del difícil proceso que debieron atravesar luego
del éxito. “Hambre es como un lobo
agazapado. Y después de estar agazapado lo único que te queda es atacar”,
cuenta Eté, adelantando algo de lo que vamos a encontrar en su tan enigmático como esperado cuarto álbum.
Por Lucas Bauzá
¿En qué momento de la grabación de Hambre se encuentran?*
En este momento lo estamos mezclando, entonces va a
demorar un rato… Todavía nos falta un mes de trabajo para terminarlo y un mes
de mezcla, y suponemos que tres semanas más para que lo terminemos nosotros y
quede online... Ahora el diecisiete (N de
R: de agosto) adelantamos algunas canciones, porque no tocamos desde el 24
de mayo y la verdad que ahí nos encerramos un mes y medio todos juntos, después
yo me quedé unas semanas más… Grabando voces, grabando otros instrumentos, y la
verdad que necesitamos salir y tocar porque si no nos vamos a volver
locos.
Pasó mucho tiempo
desde El Éxodo…
Sí, en realidad siempre me lleva bastante igual… Como
los discos los escribo yo, un solo escritor, y a mí me lleva pila, pila de
mucho tiempo hacer canciones… Demoro mucho. El primer disco es de 2007, el
segundo de 2011, el tercero de finales de 2013, y el siguiente viene ahora. Siempre
demoramos. Yo me tomo un tiempo para hacer discos. Me cuesta tiempo, si pudiera
hacerlos más rápido los haría más rápido, no es que considero que está bien: es
que no me sale más rápido.
¿Eso tiene relación
con el material? Leí en una nota que tenías más de cien canciones para este
disco.
Eh… Muchas de las canciones, cien canciones o más que
tenía al final de este, muchas de esas canciones, en realidad, son la misma, de
otra manera. Entonces elijo la que me gusta más. Ya sea por su estructura
armónica, o por sus recursos letrísticos. En esas cien tengo tres que tienen el
mismo estribillo, y distintas formas de estrofa completamente distintas entre
sí. A veces se convierten en una. Me pasó ahora, con este disco tenía una frase
larga que me encantaba, tenía música, tenía todo pero era solo era frase y no la
encontraba… Traté de hacer esa canción para adelante y para atrás, poniendo
como estribillo esa frase, poniéndola al principio, tirándola suelta en algún
lado y en ningún lado lograba que funcionara… Y tenía otra canción que me
gustaba, que ya estaba cerrada, pero me di cuenta que le faltaba algo y lo que
le faltaba era el otro pedazo de una canción. Lo que ahí hice fue juntar dos
canciones que se volvieron una.
Así salió el resto…
Esas cien canciones son cien fragmentos, cien piezas
que voy uniendo. O no. Ahora en este disco grabamos dieciséis. Yo sé que no
vamos a superar trece o catorce. A mí me encantaría ponerlas todas, pero me
parece que conspira contra el relato del disco. Mi intención es que el disco
siempre se pueda escuchar en una sentada. El
Éxodo lo que tenía es que en distancias montevideanas, en Argentina las
distancias son mayores, pero en distancias montevideanas el disco dura treinta
y ocho minutos creo, es lo que te lleva de tu casa al trabajo. O lo que te
lleva lavar los platos. El tiempo que le podés dedicar al disco.
Ya sea por esa
intención de que se pueda escuchar el disco de un tirón, por los temas que van
hilando una narración más global, por lo espeso de algunas letras… ¿sentís que
como compositor vas a contramano de la época?
Ahí hay dos puntas. Por un lado yo trato de que todas
las canciones se puedan escuchar sueltas. Que no necesites de las demás para
acceder a las canciones. Por otro lado me parece que construyen algo más
sólido. Y a la larga, nos ha pasado que muchas personas me dicen “hace mucho
tiempo no escuchaba un disco entero”. Porque El Éxodo está construido así, Vil
y Malditos Banquetes también. A
mí me parece que ojalá este disco tenga una o dos canciones que le gusten a un
montón de gente que no vaya a escuchar el disco, que no les interese escuchar
el disco pero que accedan a ese disco y las conmueva, que tengan un momento de
conexión con la belleza. Pero también es un disco espeso para quien quiera
escuchar eso porque yo escucho los discos así. Yo no escucho canciones sueltas.
Y más allá de lo que me guste tiene que ver con la forma que yo logro llegar a
canciones. Yo tengo primero que construirme un mundo, un escenario, una
historia y a través de eso voy llegando a las canciones. No puedo sentarme y
decir voy a hacer una canción sobre esta ventana y hacerla. Pueda hacerla si
tengo un conjunto de herramientas que son los conceptos que sostienen al disco
y un andamiaje para desarrollarlo. No soy tan bueno haciendo canciones
individuales. Mi búsqueda es que cada una se defienda sola y, que al mismo
tiempo, juntas sean más que la suma de las partes.
¿Intuís que alguna
canción de este disco pueda lograr lo que logró “Jordan”?
No lo sé. Porque con “Jordan”, que fue la que más lejos
llegó de las nuestras, yo sentía eso pero también lo había sentido con otras
antes y no pasó. Con “Jordan” sí pasó, pero la verdad es que no tengo idea por
qué. Lo que sí busco es que la canción quede hermosa. Que sea algo que me den
ganas de escucharla mil veces. A mí. Y doy por hecho que no soy tan distinto a
los demás y que eventualmente a los demás les gustará. No tengo una fórmula que
yo sé que con esto les va a gustar, lo que hago es hacer canciones que me
gusten mucho a mí y que le gusten a las personas que yo sé qué cosas les gustan.
A mis compañeros de banda, a un grupo de gente que me rodea, amigos, colegas,
pero no tengo una visión de mercado de eso. De hecho yo creo que lo que hay que
hacer es la mejor obra de arte que puedas y después al mercado… encargarse del
mercado a la hora de venderlo, de lograr que el disco llegue, preocuparse por
su difusión, hacer prensa… La clave es escribir como un mendigo y después…
después publicar como un empresario jaja.
Qué horrible, no lo pongas de título porque me siento fatal jaja.
Dijiste que El Éxodo te ayudó en lo personal. ¿Hambre también?
Mucho más que en El
Éxodo. El año pasado fue el peor año de mi vida. Por distintas razones
personales y algunas que tienen que ver con la banda… Nos fuimos a una gira muy
larga y volvimos muy rotos, muy peleados… Todo pendía de un hilo, y ponerme a
hacer este disco me explicó muchas cosas de eso, me ayudó a mucho más allá de
lo catártico. En todo caso mucho más vinculado al psicoanálisis. Yo termino
discurseando cosas que no tenía tan claras cuando volví de la gira. Volví muy
roto, muy triste, muy peleado, a una vida desarmada, no tenía casa, no tenía
nada, solo las personas que me ayudan y me sostienen. Pero digamos que volví
muy dañado, con muchas dudas con respecto a la banda, la banda con muchas dudas,
todo muy entreverado. El año pasado fue realmente duro. Nos costó mucho
reencontrarnos. Y de hecho al final nuestro verdadero reencuentro se dio
grabando este disco. Volvimos a sentir que tenía sentido volver a estar juntos,
que podíamos darnos cosas y que valía la pena todo lo que pasamos.
¿Eso se ve
reflejado en el disco?
El disco habla mucho de eso. Es básicamente la
temática del disco. Es un disco de alivio, de perdón, de aclarar. Es un disco
que aclara, es un disco muy hermano de El
Éxodo, es la segunda parte de algún modo… Porque deja un montón de puertas
abiertas, que este disco no necesariamente se responde pero sí lidia con ellas.
¿Cómo te manejaste
con la presión? Te lo pregunto por la masividad que alcanzaron y que en los
discos anteriores no tenías.
Y… estaba más contento, supongo. Igual estaba re
triste por otras cosas. Pero no, yo no siento esa carga. Un poco siento, un
poco más una carga que tiene que ver con lo humano… Estamos tocando con más
gente, en lugares más grandes, y tenemos un pequeño grupo comando, a cargo de
que las cosas sucedan. En todo caso espero que siga viniendo más gente. Yo
tengo un chiste que es que todos los discos nos duplicaron el público.
Esperamos que este duplique el público. Y si no lo duplica lo importante es que
cuando terminemos se sienta como se viene sintiendo: un disco honesto, hecho
con mucho amor y con mucha verdad. Yo no puedo estar a la altura de ninguna
expectativa más allá de hacer canciones con convicción, con entrega y con
pasión. Después… el resto no me corresponde a mí que el disco sea un éxito. No
soy yo el que se encarga de eso. Además si me pongo a pensar en eso no hago
nada. Y me pasa una cosa tan real, que es que me meto tan en el mundo del disco,
en esa cosa conceptual que creo, que no tengo tiempo para pensar en eso. En un
momento cuando empecé a hacer el disco estuve toda una tarde grabando tres
versiones de una canción que lo único que decía era “multiplicar”…
“Multiplicar”, “multiplicarse”, igual no quedó en el disco así que no importa.
Pero un sujeto que se pasó once horas del día buscando la forma exacta de
cantar eso, poco está pensando en cuántos tickets va a vender. Pero no lo hago
de crack, lo hago porque simplemente estoy en otra.
Se percibe, por lo
que decís, que tenés una manera muy visceral para encarar los discos. Llegaste
a decir que si te va mal con un disco eso significa que te va mal en la vida…
Me lo tomo con la misma seriedad que un futbolista se
toma una final. Él tiene una vida resuelta, probablemente tenga una familia, un
pasar económico formidable, y sin embargo cuando está ahí se le va todo. Parte
de que salga bien un disco es convencerte de que es lo más importante del
mundo. Eventualmente si me sale mal me sentaré y diré “Bueno, hay otras cosas…”,
pero cuando lo estoy haciendo el chiste es creer que es lo único que hay.
Además de verdad para mí es la obra de mi vida, es el fruto de mi existencia,
no sé si podría tomármelo con… Yo de hecho a veces trato de tomármelo con más
sentido del humor. Me cuesta mucho, siento que el gran déficit de mis canciones
es la casi total ausencia del sentido del humor, cuando en mi vida soy una
persona que disfruta mucho del sentido del humor. Digamos, yo escribo canciones
cuando hay cosas que no puedo lidiar con el sentido del humor. Si no me puedo
reír con eso hago una canción, si me puedo reír no hago nada. Me río nada más.
Este igual tiene un par de cosas… pero no me imagino a nadie riéndose a
carcajadas cuando lo escuche.
En entrevistas
anteriores declaraste que al terminar un disco ya veías, a lo lejos, el
siguiente paso a dar. ¿Ya encontraste lo que vendrá luego de Hambre?
Y… eso es más cuando lo estoy terminando, cuando ya lo
tengo dominado. Ahora todavía estamos en la mezcla y la mezcla es un mundo
arduo. Ayer pensé que después de esto tenemos que hacer un disco rolinga. Pero
vamos a ver… En todo caso un disco más salvaje, este es un disco muy poco
salvaje. Tiene unos momentos de mucho salvajismo, pero en realidad, en el
fondo, en la situación final, es un disco agazapado. Hambre es como un lobo agazapado. Está todo el tiempo acechando una
cosa que es intangible, que no sabés lo que está pasando. Es un disco muy
misterioso, incluso para mí. No tengo muy bien en claro del todo lo que estuve
cazando.
Entonces se viene
algo más salvaje.
Y… después de agazapar lo que te queda es atacar.
Durante el proceso
creativo de El Éxodo leíste una y
otra vez Las uvas de la ira, la obra
cumbre de John Steinbeck. ¿Qué lecturas aparecieron ahora?
En este disco volví a leer una novela de John
Steinbeck que me gusta mucho, que se llama Atormentada
tierra o A un dios desconocido,
depende de la traducción. También estuve leyendo muchos textos de adelantados,
de fundadores, de personas que transitan lugares inhóspitos, e intentar fundar
ahí un hogar, que de hecho es algo que el disco tiene. Después de El Éxodo, que es de tránsito, este es un
disco que busca fundar algo.
La última. ¿Qué
vamos a encontrar en Hambre?
Un disco muy rico. Mucha riqueza tímbrica, muchos
instrumentos, muchas músicas distintas, mucho más que El Éxodo, que tiene básicamente dos tipos de sonido. Este es más
reposado y con más capas. Tengo la idea de que va a demorar más en calar en
quien lo escucha. O si no demora, va a tener más cosas para escuchar a lo largo
del tiempo.
Lo ves más
complejo.
No sé si más complejo. El Éxodo tiene una complejidad propia, los otros también. Lo que
este tiene es que la complejidad está puesta en las capas tímbricas, en lo poco
que dice. Hambre tiene muchos
silencios del cantante, con mucho espacio para pensar.
*Entrevista realizada en agosto.
Fotografía de Nora Lezano (publicada originalmente en Página 12)