
Andrés Pascaner, guionista, fue el último en ingresar al equipo autoral de la serie televisiva El Marginal: "Como había sido fanático de la primera temporada, me sentía como si me hubieran llamado a escribir Rocky 7 o El Padrino 4".
Por Lucas Bauzá
¿Cómo llegaste a El Marginal y en qué consistió tu
trabajo?
Llegué a El
Marginal 2 porque ya venía trabajando en otros proyectos con los autores de
El Marginal 1, Guillermo Salmerón y
Silvina Olschansky. En la primera temporada no laburé; fui un simple fanático
que la vio por Netflix. Me incorporé al equipo en la segunda temporada, en el
rol de guionista. Mi trabajo consistía en escribir las acciones y los diálogos
del libreto, para que fueran interpretados por los actores. Siempre siguiendo
una estructura marcada por Guillermo y Silvina.
¿Dónde sentiste que
estaba, antes de comenzar a escribir, el principal desafío para vos? ¿Cómo lo
encaraste?
Antes de empezar a escribir, el principal desafío fue
“empaparme” del ámbito carcelario. Para eso leí libros periodísticos sobre
cárceles, vi documentales y me reuní varias veces con un amigo de mi hermano
que estuvo preso. Él me fue pintando bien el panorama para hacer las
situaciones lo más verosímiles posible.
Teniendo en cuenta
que habías sido fanático de la primera temporada, ¿cuáles fueron las primeras
sensaciones ya dentro del ámbito laboral?
Como había
sido fanático de la primera temporada, me sentía casi como si me hubieran
llamado a escribir “Rocky 7” o “El Padrino 4”. Nunca antes había tenido la
oportunidad de trabajar en un proyecto que había disfrutado primero como
espectador, así que quería estar a la altura. Mi principal preocupación era que
la segunda temporada de El Marginal
quedara tan buena como la primera.
¿Cuáles fueron los
principales desafíos narrativos en la construcción de esta precuela?
El principal desafío narrativo a la hora de construir
esta precuela, fue que había que mantener el suspenso a pesar de que el público
sabía más o menos cómo iba a terminar la historia. Al contar lo que pasó antes
de la primera temporada, los espectadores saben de antemano que los personajes
que estaban en El Marginal 1 van a
sobrevivir en El Marginal 2. Otro
desafío fue que no podíamos usar al protagonista de la primera temporada, que
era un personaje muy interesante. Como la historia acá está situada tres años
en el pasado, el policía infiltrado Pastor Peña (Juan Minujín) todavía no había
llegado a la cárcel de San Onofre.
Se cuestionó mucho
la función social que cumple un ciclo televisivo como El Marginal. Se la acusó de fetichista, morbosa y de fomentar el
delito, entre otras cosas. ¿Cuál es tu
opinión al respecto?
El Marginal es una serie de ficción y, como tal, su principal
objetivo es entretener. No creo que fomente el delito, entre otras cosas porque
muestra más las miserias de los delincuentes que sus logros. La serie tiene
cierta crítica social; muestra por ejemplo la hipocresía del sistema y la
corrupción del servicio penitenciario. Pero insisto con que su función no es
bajar línea ni educar. A mí personalmente me gustan más las ficciones con
antihéroes y personajes oscuros, porque todas las personas tenemos matices. Hay
bondad en los villanos y maldad en los santos.
En esta serie
conviven escenas realistas, que incluso recrean problemáticas graves de nuestra
sociedad, con otras que se alejan en mayor o menor medida de la verosimilitud;
también sucede con el humor y el horror, incluso en una misma escena. ¿Cuál fue
el trabajo que realizaste como guionista en estos aspectos?
Casi todo el equipo autoral de El Marginal es bastante fan de las comedias negras ambientadas en
el mundo del crimen, como las películas de los hermanos Coen y de Guy Ritchie,
donde el horror se mezcla mucho con el humor. Creo que eso marcó el tono de El Marginal. Casi siempre buscábamos la forma
de cortar los momentos violentos con una pizca de humor, o de sorprender al
espectador con una acción terrible en el medio de una escena que venía
relajada. La verosimilitud no tiene que ver con mostrar la realidad tal cual
es, sino con respetar las reglas del universo ficticio que uno está creando. El Marginal es verosímil porque esas “licencias”
son intencionales, para que la serie resulte más pintoresca y original.
¿Cuál es tu
impronta personal en la serie, es decir, algo que partió de vos y ahora es
parte del total sin que lo dejes de reconocer como propio?
Para escribir El
Marginal 2, hablé con un amigo de mi hermano que estuvo preso. Él me dio
información de primera mano para que yo pudiera imaginar muchas situaciones.
Algo que yo le preguntaba mucho es: ¿qué hacen los presos mientras no hacen
nada? ¿Qué actividad cotidiana desarrollan mientras mantienen una conversación?
Él me fue orientando y creo ahí es donde más estuvo mi impronta personal. Los
autores me decían qué tenía que pasar en cada escena, pero yo las “decoraba”
con todos estos datos que fui recopilando. Si usan un encendedor debajo de una
botella de plástico para calentar el agua para el mate, si mojan el piso para
afilar las facas… esos detalles fueron mis aportes.
Claudio Rissi dijo
que su personaje lo divirtió porque con Borges pudo hacer todo lo que no hace
en su vida personal. ¿Te divierte crear y desarrollar personajes que llevan a
cabo acciones aberrantes?
Me divierte mucho desarrollar personajes que llevan a
cabo acciones aberrantes. Hay una frase que se le atribuye a Scorsese, que
dice: “Hice películas de gánsters porque nunca fui lo suficientemente valiente
para ser un gánster”. No sé si la dijo realmente pero me parece genial. Creo
que todos tenemos una parte de sombra; todos fantaseamos alguna vez con romper
las reglas, o vivir un amor prohibido, y salirnos con la nuestra. No lo hacemos
en parte por cobardía, y en parte porque tenemos un código moral que nos hace
distinguir el bien y el mal. Por eso es muy entretenido ver cómo un personaje
lleva a cabo acciones terribles adentro de una ficción, donde nadie real sale
lastimado. Escribir historias así es doblemente gratificante porque jugás por
un rato a ser otro. Alguien más libre e impune.
¿Qué trabajos
actorales te sorprendieron más, por la distancia que había entre lo que leías
en los libros y lo que terminó viéndose en pantalla?
En El Marginal 2,
quienes más me sorprendieron hasta ahora fueron Diego Cremonesi (Quique “El
Cuis”) y Rodrigo Noya (Oaky). A Diego Cremonesi lo había visto es Un gallo para Esculapio y Kryptonita, sabía que era un gran actor.
Pero me sorprendió porque en los guiones tenía una papel muy chiquito, que él
supo hacerlo propio y muchas veces acaparar las escenas en las que aparece. Sus
canciones se volvieron hits instantáneos y hasta vi que las cantan los hinchas
de fútbol. Rodrigo Noya me sorprendió porque no es alguien que imaginaría como
un preso influyente. Y sin embargo, sus escenas quedaron geniales. Le creo
todo.
Si la decisión
acerca de cómo continuar El Marginal
estuviese en tus manos: ¿cómo seguiría?
Si fuera por mí, El
Marginal seguiría de una manera cada vez más delirante. Suelo bromear con
que tendría que seguir los pasos de la franquicia Rápido y Furioso. Esas películas empezaron siendo sobre ladrones de
autos y de a poco se fueron convirtiendo en una saga de héroes que cumplían
misiones increíbles. Me gusta cómo en esas pelis el malo de cada entrega se
suma al equipo de los buenos para la siguiente. En la 5, el héroe es Vin Diesel
y el antagonista es La Roca. En la 6, La Roca es aliado de Vin Diesel, y el
malo pasa a ser el pelado de El
Transportador. Y en la 7, tanto La Roca como el pelado de El Transportador son aliados de Vin
Diesel contra un nuevo villano. Si de mí dependiera, la tercera temporada sería
una secuela de la primera. Transcurriría más afuera de la cárcel que adentro.
Los fugados de las temporadas anteriores
serían perseguidos por la policía. Ellos se irían cruzando, arreglarían
asuntos pendientes, se harían amigos, se traicionarían, pero sobre todo
formarían una nueva banda. La banda de “los protagonistas de las temporadas
anteriores”. Estoy seguro de que sería un fracaso, pero un fracaso divertidísimo.
Ah, también agregaría a Rodrigo de la Serna, porque soy su fan.