Cae la tarde. Una persona cualquiera, que
vive en un barrio cualquiera, regresa al hogar. Una jornada dolorosa cae sobre
su espalda: ha sido un día para olvidar.
-¿Cómo te fue en el laburo?- le preguntará su pareja.
Afuera, los vecinos apuran las compras antes de que caiga el sol. Adentro, los niños juegan en el comedor.
Y esta persona, que enseña y escucha, corrige y vuelve a explicar... Y esta persona, que coloca sondas, vías y medica... Y esta persona, que construye, arregla, fabrica, pinta, suelda, remacha; que puede ser docente, enfermero, operario, médico, albañil, contesta:
-Hoy me echaron del laburo.
Pensará, con dolor, en las cuentas que tiene que pagar. Pensará en los malabares que deberá realizar. Pensará en la garra que tuvieron sus viejos, años atrás. Buscará, en la mirada de sus hijos, una excusa para luchar.
A cuatro casas de su casa, otra persona, que hizo el mismo recorrido para regresar, escuchará la misma pregunta.
-¿Cómo te fue en el "laburo"?
Afuera, los vecinos apuran las compras antes de que caiga el sol. Adentro, los niños juegan en el comedor.
Y esta persona recordará el calor bajo los escudos, el mecánico paso de las botas sobre el asfalto. Y esta persona recordará cómo llegó a la fábrica o al hospital, a cumplir una cobarde misión. Y esta persona recordará, por sobre todas las cosas, a los que fueron a protestar. Luego, fuera del alcance de los niños, su reglamentaria guardará.
Y yo me pregunto: ¿de qué lado está la dignidad?
"No son obreros, no son trabajadores", pienso. Un obrero, un trabajador, día a día aprende su oficio. Un obrero, un trabajador, cuida, enseña, construye. Un obrero, un trabajador, crea riqueza.
Y yo me pregunto: ¿de qué lado está la dignidad?
"No son obreros, no son trabajadores", pienso. Un obrero no golpea, un trabajador no sonríe mientras tira gases lacrimógenos. Un obrero no obedece por obedecer, un trabajador siempre puede decir que no.
"No son obreros, no son trabajadores", canto. "Son los milicos cuidando a los patrones".
Pero no basta con mercenarios para frenar a quien lucha por defender su dignidad. Un despido no es una derrota. Cuando la rabia se organiza, algo nuevo puede suceder. En las manos de un trabajador, está la fuerza que modelará un futuro mejor.
Y yo me pregunto: ¿de qué lado está la dignidad?
Y sospecho que avanza a paso firme, sosteniendo una bandera, cantando en contra de los que golpean y hambrean al pueblo. Y sospecho que avanza a paso firme, con alegría y decisión, para defender la vida. Y sospecho que avanza a paso firme, sabiendo que el camino es difícil, pero consciente de que cuando la clase trabajadora comienza a caminar, nada ni nadie la puede parar.
Afuera, los vecinos apuran las compras antes de que caiga el sol. Adentro, los niños juegan en el comedor.
Y esta persona, que enseña y escucha, corrige y vuelve a explicar... Y esta persona, que coloca sondas, vías y medica... Y esta persona, que construye, arregla, fabrica, pinta, suelda, remacha; que puede ser docente, enfermero, operario, médico, albañil, contesta:
-Hoy me echaron del laburo.
Pensará, con dolor, en las cuentas que tiene que pagar. Pensará en los malabares que deberá realizar. Pensará en la garra que tuvieron sus viejos, años atrás. Buscará, en la mirada de sus hijos, una excusa para luchar.
A cuatro casas de su casa, otra persona, que hizo el mismo recorrido para regresar, escuchará la misma pregunta.
-¿Cómo te fue en el "laburo"?
Afuera, los vecinos apuran las compras antes de que caiga el sol. Adentro, los niños juegan en el comedor.
Y esta persona recordará el calor bajo los escudos, el mecánico paso de las botas sobre el asfalto. Y esta persona recordará cómo llegó a la fábrica o al hospital, a cumplir una cobarde misión. Y esta persona recordará, por sobre todas las cosas, a los que fueron a protestar. Luego, fuera del alcance de los niños, su reglamentaria guardará.
Y yo me pregunto: ¿de qué lado está la dignidad?
"No son obreros, no son trabajadores", pienso. Un obrero, un trabajador, día a día aprende su oficio. Un obrero, un trabajador, cuida, enseña, construye. Un obrero, un trabajador, crea riqueza.
Y yo me pregunto: ¿de qué lado está la dignidad?
"No son obreros, no son trabajadores", pienso. Un obrero no golpea, un trabajador no sonríe mientras tira gases lacrimógenos. Un obrero no obedece por obedecer, un trabajador siempre puede decir que no.
"No son obreros, no son trabajadores", canto. "Son los milicos cuidando a los patrones".
Pero no basta con mercenarios para frenar a quien lucha por defender su dignidad. Un despido no es una derrota. Cuando la rabia se organiza, algo nuevo puede suceder. En las manos de un trabajador, está la fuerza que modelará un futuro mejor.
Y yo me pregunto: ¿de qué lado está la dignidad?
Y sospecho que avanza a paso firme, sosteniendo una bandera, cantando en contra de los que golpean y hambrean al pueblo. Y sospecho que avanza a paso firme, con alegría y decisión, para defender la vida. Y sospecho que avanza a paso firme, sabiendo que el camino es difícil, pero consciente de que cuando la clase trabajadora comienza a caminar, nada ni nadie la puede parar.